Reflejo
De los dolores más profundos del corazón se soltaron un par de lágrimas… como cuándo la tierra se abre para dejar salir el fuego que la quema, como la tormenta cuando se queda quieta. Nadie sabia del acontecimiento, más una mañana cualquiera abrió sus ojos, a su alrededor los gritos de su Dios y… asumió la responsabilidad… escapando, huyendo de la verdad. Como si el destino fuese lento, como si la vida no corriera tras de uno, como si la muerte no nos detuviera… Por supuesto, el tiempo, ajeno a la situación, me miró de reojo y susurró muy despacio: “tus bolsillos… ¿cuánto cargan hoy?”. Ignorando sentimientos de venganza, de odio y de maldad, miré al espejo de la ciudad y encontré al monstruo. Perdón mamá.