Ojos al cielo



Recuerdo cómo de pequeña mis padres nos alejaban de la ciudad para hacernos respirar el aire puro de la naturaleza.
No era un alejamiento compulsivo, no era un alejamiento extravagante, no era, para nada, un alejamiento insignificante.
Tomando la autopista sur, a siete minutos del centro llegábamos a un descampado. El cielo allí tenía color celeste.
Mamá decía que Dios tiene ojos color de cielo. Entonces, para mí, en la ciudad Dios tendría ojos grises, en el campo Dios tendría ojos celestes… de allí su afirmación cuando las nubes goteaban: Dios también llora.
A veces, y como recuerdos efímeros vienen a mi mente las palabras de mamá; y de forma inevitable me encuentro elevando la mirada al cielo, mirando fijo a los ojos de Dios y pidiéndole, en silencio, una explicación sensata. Por supuesto, no me responde. No por ello voy a dejar de preguntar.
Como una ausencia tal vez, como una necesidad… una carencia de lo supremo, de lo sobrenatural, como unas ganas de volver el tiempo atrás, y tener ésa credulidad tan inocente y tan sabia de los niños, y poder elevar la mirada y saber a ciencia cierta, o mejor dicho, creer a ciencia cierta que es Dios el que nos mira, con ojos de diferentes colores, pero es Dios al fin.
No por una necesidad religiosa, nada de eso, sino por una debilidad moral. A veces me cuesta entender la magnitud de palabras pequeñas como “amor” , o de palabras más largas y complejas como “justicia”, a veces sencillamente me encierro en mi soledad para discutir conmigo y sacar conclusiones incoherentes sobre el sentido de la vida y concluir, al fin y al cabo que estamos por estar y ése es el significado más comprometedor que se nos haya podido dar.
En síntesis, para no caer en repeticiones innecesarias, y vanalidades de mi ignorancia, me gustaría que se me entienda: parece que a veces, parece que de vez en cuando, parece que en situaciones puntuales… pero no, es siempre. La necesidad de creer en algo más está siempre. Porque eso somos. Algo indefinido que, sencillamente, va más allá. De un modo inexplicable por cierto, pero que vamos mucho más allá.

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