La casa soledad
-Despacio. Giro mi torso y miro por encima de mi hombro derecho. El reflejo del foco blanco me devuelve mi imagen en un espejo sucio y viejo que cuelga de la pared. Me veo bien. Achato el rulo rebelde que escapa de mis pelos y pienso que no va a durar así, pero bueno. Lo achato igual. -Despacio. La casa de los padres de mi madre es oscura. Me recuerdo de niño, aburrido, sumido en la desgracia de la soledad, sin amiguitos cercanos ni vecinos con quiénes se pudiera hablar. Para mí, el peor castigo era visitar a mi abuela. No por mi abuela, claro. Sino por su casa. Fría, con olor a viejo, a húmedo. Sucia hasta en los rincones que no se ensucian. ¿Alguna vez viste el aire sucio? En la casa de mi abuela el aire siempre está sucio, cargado de amargura y de desolación. Paredes amarillentas y despintadas. De ellas cuelgan cuadros enormes con la figura poco amigable de mi difunto abuelo, no lo conocí porque murió antes de que yo naciera, pero según cuentan era un hombre de bien. Callad...