Raíces sagradas


Tierras que no quise conocer, terreno desconocido… terreno ajeno. Entré a los empujones, todavía recuerdo mi grito de desesperación cuando una mañana, luego de refrescar el rostro con el agua tibia, cuando todavía algunas moléculas de agua acariciaban los bordes de mi rostro vi en el espejo el fiel reflejo de alguien recién vencido.
Combates eran los de antes… mi lucha interna, mi rival, mi compañera… lo mío con lo nuestro fue una masacre. Murió en mi guerra el pasado, el desinterés, la hipocresía, la mentira… y quien fui se quedó tiesa, con las manos vacías… mi escudo yacía partido en dos, en cinco y en mil pedazos en esa tierra sagrada.
El corazón que minutos antes llevaba en alza se desintegraba con su mirada… si no tuviera estos recuerdos grabados en la memoria, juraría que esa mañana murió mi alma y mi cuerpo, juraría también que volvimos a nacer bajo la sombra de un árbol de frutos prohibidos… y con una brisa que quitaba las manchas del parto y sin una madre que se alegre con mi llanto.
Tengo corazón nuevo, y refugio nuevo. Nací del árbol cuyas raíces son sagradas… como la tierra que me abraza, como la tierra que me da vida, que me da calma. Mi lugar para el descanso, mi lugar para el cambio, mi lugar para el encuentro…
Si me toca irme de nuevo… mi tierra, mi lugar sagrado lo llevo conmigo porque mis pies están en la tierra que me hizo suya, y que yo hago mía… mis pies encontraron el lugar que alguna vez dejaron de buscar… mi tierra que antes no era mía, la misma tierra que antes de nacer sabía que ya me pertenecía…

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