Dios...
A mi me gusta cómo te mordés el labio. A mi me gustás tanto… Dios… ¿en qué lío me metí?
Es de un momento a otro. De un segundo a otro. De un instante a la bienvenida de la perdición. Y ya estoy aquí. Mirándote a vos. Mirando como todo el universo está resumido en tu sonrisa de labios rosas. Y no sé si te das cuenta: me perdí. Y siento como todo está en un agitado movimiento y puedo ver mis pies que no están sobre la tierra. Y estoy aquí… perdidamente enamorada. Suspirando amor. Mirando cómo me miras. Sin decir nada. Como si la película se hubiera puesto en pausa en la mejor parte de la historia. Y todo lo que hasta ayer parecía un juego hoy es de verdad. Y te beso de amor. Te abrazo de amor. Te acaricio de amor. Te hago el amor. Y vos me lo hacés a mi.
Es de un momento a otro. Es casi un acto de magia en el que por algún extraño misterio decís unas palabras, una especie de conjuro y el conejo se convirtió en una mujer fenomenal. Y esa que eras dejas de ser. Ya no tenés puesta la misma ropa, ni el mismo olor, ni llevás la misma vida pasada, ni los amores anteriores, ya no hay nada de atrás. Estás limpia de dolor, pareciendo ser la misma para los otros pero para mis ojos sos otra. Todavía más encantadora que cuando te conocí.
Y te sigo mirando… tan preciosa. ¿Vos te mordés el labio cuando me querés besar? Eso suena perturbador. Yo los quiero tan suaves, tan dóciles, tan húmedos, tan tuyos, tan míos. No te los muerdas más. Besáme más.
Dios… ¿en qué lío me metí?
Es de un momento a otro. De un segundo a otro. De un instante a la bienvenida de la perdición. Y ya estoy aquí. Mirándote a vos. Mirando como todo el universo está resumido en tu sonrisa de labios rosas. Y no sé si te das cuenta: me perdí. Y siento como todo está en un agitado movimiento y puedo ver mis pies que no están sobre la tierra. Y estoy aquí… perdidamente enamorada. Suspirando amor. Mirando cómo me miras. Sin decir nada. Como si la película se hubiera puesto en pausa en la mejor parte de la historia. Y todo lo que hasta ayer parecía un juego hoy es de verdad. Y te beso de amor. Te abrazo de amor. Te acaricio de amor. Te hago el amor. Y vos me lo hacés a mi.
Es de un momento a otro. Es casi un acto de magia en el que por algún extraño misterio decís unas palabras, una especie de conjuro y el conejo se convirtió en una mujer fenomenal. Y esa que eras dejas de ser. Ya no tenés puesta la misma ropa, ni el mismo olor, ni llevás la misma vida pasada, ni los amores anteriores, ya no hay nada de atrás. Estás limpia de dolor, pareciendo ser la misma para los otros pero para mis ojos sos otra. Todavía más encantadora que cuando te conocí.
Y te sigo mirando… tan preciosa. ¿Vos te mordés el labio cuando me querés besar? Eso suena perturbador. Yo los quiero tan suaves, tan dóciles, tan húmedos, tan tuyos, tan míos. No te los muerdas más. Besáme más.
Dios… ¿en qué lío me metí?
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