De dolores y algo menos...

No sé que querés. Las tormentas a mi no me asustan. Si busco distancia no es por vos, es porque la necesito. Yo llevo tu marca en mi piel. Y aunque no lo creas, duele la cicatriz...
Si no soy capaz de más intentos es porque me frustran las derrotas, y aprendí con el tiempo que amar y desear no es lo mismo. Tu pregunta constante permanece y enloquece, la respuesta es sí a todo. Sí deseo tus tardes de besos, tus noches de sexo. Sí deseo perderme en tus cabellos dorados jugando con mis dedos, sí deseo tu cuerpo desnudo en el agua clara de los jueves sábanas. Sí deseo jugar a las escondidas de tu lobo insignificante que tanto te atemorizaba su llegada. Sì deseo tu perfume dulce y sacarte la ropa, besarte el alma. Si, si te deseo en mi cama. Si...
Pero de las tormentas no me cansa el agua, me cansa el alboroto. Todo pez necesita tiempo de calma, agua clara, agua pura. Yo necesito aire. No soy amiga de las adicciones, y vos sos droga envenenada. Celos, caprichos, enojos, reproches, maridos, amantes, preguntas, palabras. No soporto los círculos llenos de vicios. Perdonáme por haber aprendido a ser intolerante con las amenanazas.
Dejáme sanar… que se me sane el cuerpo, que se me sane el alma. Dame el tiempo que me falta.  Yo ya te lloré en un río blanco… dejáme ser feliz en este desierto de calma. Dejá que me sane de vos y vuelva por tu almohada.

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