Valiente
Era julio y hacía mucho frío. La última vez que la vi, la única vez que la vi, fue cuando entré corriendo al ascensor esa mañana ventosa. Ella llevaba un tapado gris y tenía la nariz roja, por el frío estimo. No le dije nada pero la observé en silencio a través del espejo hasta que se abrió la puerta en el piso 11 y vi marchar sus largas piernas con pasos firmes dejándome atrás. Cada vez que subo en el ascensor y veo mi reflejo en el espejo que hay adentro, la imagino ahí conmigo. Dándome un beso. Y cuando paso el piso 11 y sigo mi camino entiendo la lección: pudo haber sido.