La alfombra de bouclé
Estuvimos cerca, otra vez. Nuestros pies compartieron la alfombra de bouclé estructurado de color cobrizo. Arriba del modular se sostuvo, como siempre, el movimiento físico y constante de un péndulo de Newton al compás de un tic tic tic tic tic tic imparable e infinito. En la pared que daba a mi espalda permaneció ése estupendo cuadro de Le Parc realizado bajo la técnica poichoir que me provocó la habitual alucinación de estar dentro de una fantasía artística mezcla de postmodernismo y el pasado de los sueños vulnerados. Durante los 45 minutos sostuve entre mis brazos el libro cerrado, las llaves del auto y el viejo monedero colorado que me obsequiaran en razón de mi último cumpleaños número 56. El lenciado Cendric tiene una particularidad: no habla. Nunca habla. Particularidad especialmente traumática considerando su profesión, él es mi terapeuta. A mi me gusta tomar asiento en la alfombra, siento la libertad de hacerlo y lo hago siempre. En cambio él, suele usar el d...