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Mostrando entradas de octubre, 2018

La noche

Lo de todos los días. La alarma a las 6, desconectar el celular del cargador, tomar una ducha, tomar un café. Respirar el aire fresco de la mañana que ingresa por el ventanal de la cocina. Hacer uno o dos sorbos con la mirada perdida en algún punto del horizonte que empieza a aproximarse de a poco. Alistarse con el uniforme, afeitarse la barba, peinarse el jopo. Sonreírle a su reflejo para corroborar que los dientes estén limpios y retomar la cara de amargura de todas las mañanas prev ias al trabajo. El trabajo, las 10 horas internado en un puesto mal pago. Papeles, papelitos. Firmas, sellos. Llamadas y mails. La vuelta. El camino al subte, la música que   escucha en sus auriculares pero que no presta atención, el desgano, el cansancio, el sin motivo de todos los días. La parada de siempre, la comida del chino.  El sonido de las llaves, el ingreso al edificio. La espera del ascensor, subir al quinto piso mirando su cara de frustración en el espejo interno del cubículo...

Te regalo una luna

Imagen
Te regalo una luna. La última de mis lunas. Te la doy para que la lleves, o para que la guardes. Es tuya por un momento, como por un momento fue mia. Te regalo una luna, Ésta última luna, Como un gesto de despedida... Como una luna incompleta que se empieza a ir,   y no vuelve de nuevo a ser la misma luna. Te regalo mi luna... que se quede con vos una noche, una última noche... Yo, en cambio, me voy menguando por este cielo oscuro... Este cielo que nunca fue mio, que nunca fue tuyo. El paraíso nunca fue nuestro (Agosto 2018)

Mala Suerte

Se apoya en el mostrador con la seguridad que carece. Hojea unos papeles, mira el reloj pero no sabe la hora. El tiempo nunca se detiene. -¿Cómo estás? Silban a lo lejos. Gira, es costumbre suya creer que hay otro que siempre está llamando. Por detrás de su hombro izquierdo no hay una imagen, sino cien, miles, sin fines de imágenes abstractas que ahora le resultan desconocidas. Y cuando gira, la vida gira también y por obra simpática de un destino atosigador cree sentir algo que no es suyo, que no le pertenece. Esas imágenes revisan un pasado cercano como quién revisa el resultado de la fortuna perdida en la mala suerte de los números de la quiniela de un sábado cualquiera. Entiende que perdió, porque no todos pueden ganar. Lo entiende, sin embargo aceptar no es lo mismo. Una parte suya le dice que pena, que lo veía venir, que podía pasar, que se lo merece. La otra parte, en cambio, le dice que todavía queda algo más por decir, alguna otra jugada, que hay tiempo para una chance m...