La noche
Lo de todos los días. La alarma a las 6, desconectar el celular del cargador, tomar una ducha, tomar un café. Respirar el aire fresco de la mañana que ingresa por el ventanal de la cocina. Hacer uno o dos sorbos con la mirada perdida en algún punto del horizonte que empieza a aproximarse de a poco. Alistarse con el uniforme, afeitarse la barba, peinarse el jopo. Sonreírle a su reflejo para corroborar que los dientes estén limpios y retomar la cara de amargura de todas las mañanas prev ias al trabajo. El trabajo, las 10 horas internado en un puesto mal pago. Papeles, papelitos. Firmas, sellos. Llamadas y mails. La vuelta. El camino al subte, la música que escucha en sus auriculares pero que no presta atención, el desgano, el cansancio, el sin motivo de todos los días. La parada de siempre, la comida del chino. El sonido de las llaves, el ingreso al edificio. La espera del ascensor, subir al quinto piso mirando su cara de frustración en el espejo interno del cubículo...