Adultez
Voy camino al trabajo. Veo las caras largas y serias de estos humanos mecanizados que caminan apresurados, caminan como si cargaran una vida que no les gusta. Espero que no sea eso. Que sólo no les guste el frío.
Me entretengo poniendo un pie delante del otro jugando al equilibrio sobre el cordón de la calle, haciendo humito con la boca y escuchando a Jorge Drexler decirme que "nada se pierde, todo se transforma".
En frente, otro humano viene jugando a ser equilibrista exactamente igual que yo. Yo no pienso perder mi juego para cederle el paso pero eso significaria un accidente anunciado, si es que el otro humano tampoco se baja del cordón para cederme espacio.
Caminamos decididos hasta casi colisionarnos, al mismo tiempo que bajo el pie derecho pisando el suelo, ya levanto el izquierdo para pisar de nuevo el cordón. La otra persona hace exactamente lo mismo.
En el cruce, nuestras manos equilibristas se rozaron y nos regalamos una sonrisa cómplice, la de dos niños jugando.
Me parece que salió el sol entre tanta neblina y me pregunto qué música estará escuchando...
¿Le gustará Drexler?
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