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Mostrando entradas de junio, 2019

Luna de otoño

Van a dar las 11 y todavía está dando vueltas alrededor del living, pensando que los finales anunciados no deberían existir. Que el mundo está cargado ya de historias vacías de contenido, que no se deberían usar las palabras si no hay nada serio para compartir. Del otro lado del país, una muchacha de ojos marrones claros está pensando en él buscando en las historias de Instagram algún meme agradable que pueda enviarle, sólo quiere iniciar un diálogo, retomarlo. Existe una diferencia abismal entre él y ella. El es un defensor de la lectura de libros impresos, manoseados, releídos, subrayados. Ella, en cambio, es de la generación de las pantallas. No hay en su habitación ni un solo libro. Ni uno sólo. Al mismo tiempo se acercan a sus ventanas. Él, a la ventana del living que da al parque de la Señora de los Mares, y ella se acerca a la ventana de su cuarto que está en un séptimo piso de un departamento de Lanús. Pese a los 1500 kilómetros de distancia que separa ambos cuerpos, ...

Adultez

Voy camino al trabajo. Veo las caras largas y serias de estos humanos mecanizados que caminan apresurados, caminan como si cargaran una vida que no les gusta. Espero que no sea eso. Que sólo no les guste el frío. Me entretengo poniendo un pie delante del otro jugando al equilibrio sobre el cordón de la calle, haciendo humito con la boca y escuchando a Jorge Drexler decirme que "nada se pierde, todo se transforma". En frente, otro humano viene jugando a ser equilibrista exactamente igual que yo. Yo no pienso perder mi juego para cederle el paso pero eso significaria un accidente anunciado, si es que el otro humano tampoco se baja del cordón para cederme espacio. Caminamos decididos hasta casi colisionarnos, al mismo tiempo que bajo el pie derecho pisando el suelo, ya levanto el izquierdo para pisar de nuevo el cordón. La otra persona hace exactamente lo mismo. En el cruce, nuestras manos equilibristas se rozaron y nos regalamos una sonrisa cómplice, la de dos niños j...

El secreto de las sábanas

Soñé otra vez con bebés. Mejor dicho, con un bebé: el mío. En mi sueño estamos en verano, con el calor característico de ésa temporada. Mi hijo es un hermoso bebé de 2 meses con cachetes gorditos y ojos grandotes. Estamos juntos dentro de la piscina de un camping conocido, mi pequeño está sonriente y gustoso dentro del agua. Yo estoy feliz también pero el sentimiento que me invade completamente es otro, es la preocupación de que no le pase nada, de que esté bien. Por eso estoy atenta a las otras personas que nos rodean, y trato constantemente de que no sea salpicado por los látigos de agua que provocan otros niños más grandes al saltar dentro de la piscina. Me despierto sintiendo frío y caigo en cuenta que no llevo puestas las medias. Es algo usual, todos las perdimos alguna vez dentro de la cama mientras dormíamos. Entonces el ritual de búsqueda y rescate de medias inicia. Primero, un tanteo veloz con los pies pero no hay contacto. Luego, el enderezarme sobre la cama y comenzar a...