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Auto-control

  Esta historia está basada en hechos reales Como todos, cuando llegamos a este mundo llegamos sin saber hacer casi nada. Cuando yo llegué, ni siquiera supe cómo respirar. Me obligaron a hacerlo y en esa obligación me salvaron la vida. El primero de mis recuerdos es uno de mis favoritos. Ya lo conté antes, en uno de mis cuentos, en Lima Limón. Mi primer recuerdo es una toma de cine que registra mis movimientos en cámara lenta. Yo tenía, tal vez y como mucho, 4 años –quizás tres-. En ese recuerdo me veo a mi misma de frente, cayendo al suelo, sintiendo el peso del aire por debajo de mis piernas. Peso frágil pero poderoso que me invitaba a levitar unos centímetros hacía el techo y caer de jeta al piso. La jeta tuvo suerte esa vez (esa vez, porque años más tarde la vida hizo justicia con ella pero dejaremos eso para otra anécdota). Como sucede en un film de categoría alta hubo –hay- en mi recuerdo un cambio de cámara: vi desde mí misma un escalón y no supe tener un acto reflejo de aux...

Otoño

  Las cosas se están poniendo bravas... pero el árbol no niega su sombra ni al leñador. Seguimos de pie, ¿qué importa el invierno desgarrador? ¿Qué importa este frío? Vendrá la primavera y traerá flores... se irá el viento amargo, volverá el calor acogedor. Las raíces están intactas. De eso se trata. De seguir.

Poema sin tiempo

  Para evitar escribir el poema que les comparto a continuación me preparé un café muy fuerte, después encendí un cigarrillo (que ni siquiera pude terminarlo), cepillé mis dientes al menos 3 veces, y tiré gotitas de un limón en mi lengua... pero no pude distraerme, no pude esquivarlo, no pude evitarlo... y aquí está... otro poema para vos. Me mudé lejos de nuestra antigua casa, Ésas paredes se han convertido sólo en eso, En paredes. Puede que aún alberguen algunos recuerdos, La mayoría de ellos lucho por olvidarlos. Me he venido lejos de ella, lejos de ti. Ahora cuando abro las ventanas Huelo el perfume de los jazmines. ¿Todavía regalas jazmines a las mujeres que amas? Puedo recorrer en paz el jardín, Ensimismarme con el pasto verde. Encontré el refugio perfecto de algunos cuentos, El que me contabas a mí, por ejemplo. Y acá todo transcurre en un modo distinto. Por esta zona no sabemos del tiempo. Acá, existe –claro- como en todos lados. Pero existe por cuenta ajena. No corre, aquí...

Orbe

La materia existente y por existir. El espacio y el tiempo en un tic tac al pulso de los seres vivos, en la ausencia de todos los muertos. La dolorosa inyección de un universo paralelo inequívoco. El abrazo orbitario de un sistema de ocho planetas con un deseo ardiente de colonización e independencia, más un eje imaginario de mil millones de moléculas en un mundo destinado al fracaso.  Y de los océanos y tus firmes caderas, la desigualdad impla cable de un beso heredado entre la luna y el sol en un eclipse de fuego apartado por la medida de Dios. Más el perdón obligado de las cuatro direcciones del viento, suplicantes todas por algún encuentro. Encuentro cercano, del tercer tipo o algún cuarto vacío disponible para rentar y apagar los deseos reprimidos de Helena y París en una fogosa Troya, en un descampado, en un apartado, en una historia de leyendas por escribir. Y en la fugacidad de un meteorito que insulta nuestro suelo, que pervierte a la tierra, en un chasquido confus...

El miedo

La primera vez que pasó yo tenía 5 años. Iba en el colectivo, regreso a casa, sabiendo que había pasado lo peor que podía pasar. Lloraba desconsoladamente y la gente a mi alrededor ni siquiera lo notaba. Bajé del colectivo en la parada de siempre, la diferencia es que iba sola. Llevaba en mi mano la bolsita rosa de jardín de infantes que contenía una taza naranja y una servilleta bordada: “Jimena” en letra de carta, en cursiva, prolija. Yo tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Sólo fue un sueño. El primero de muchísimos más que se seguirían. Ésa madrugada me desperté entre sollozos gritando “mamá, mamá”. Fue la primera vez que me pasaba, y nunca lo olvidé. A medida que crecí el sueño se repetía, cambiaba, sí, mi edad, la situación, el contexto pero siempre, absolutamente siempre, pasaba lo peor que podía pasar. Fue así como durante el transcurso de toda mi vída me desperté llorando, en medio de gemidos y lamentos, así como llora una nena de 5 años. “Sólo es un sueño” me dij...

La mujer que cruza el viento

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Mi mujer canción, es también mujer poema. Mi mujer que es música, melodía y rima, Es la mujer que me quiere con palabras tiernas. La mujer tierna es flor y es espina,   Es la rosa, es el pétalo, Son las hojas que se caen, es la ropa que se quita, Mi mujer canción, que también es un poema, Es el amor que se entrega. Es el perfume, el aroma, la fragancia. Que ni tan mía es porque libre es su vuelo, Como su cabello negro que flota en el aire, Como sus ojos profundos que guardan un secreto, Como su boca suave de besos lentos. Hay una mujer suelta, Una mujer que cruza el viento, Una mujer que   se posa en mi cama, Hay una mujer que es ave, es la mujer que yo quiero. La mujer ave, que entiende de lluvias, De atardecederes, de días nuevos. Que perdona injusticias, consuela mis lamentos. Que si la vida tiene sentido lo tiene porque forma parte, Lo tiene porque es música, porque es un poema, porqu...

Cómo matar a un gallo

Tengo serios problemas de conducta. Mi maestra de jardín de infantes ya los había detectado en la sala b del Instituto San Agustín. Cuando llamaron a mis tutores legales para avisarles sobre mi mal comportamiento supusieron que ellos serían los encargados para encauzarme nuevamente en el orden natural en el que se prescriben las cosas: el crecimiento y formación de las personas adultas, por ejemplo; el interés por temas y juegos acordes a mi edad, como otro ejemplo. En el Instituto San Agustín me enamoré por vez primera. Santiago fue uno de mis compañeritos durante aquel ciclo lectivo. Yo, que en ése entonces, nada sabía de la vida,   mucho menos sabía sobre el amor, no lo entendía claramente pero hoy, décadas más tarde puedo afirmar que Santiago fue el primero.   Cuando llamaron a mis padres fue para anoticiarles sobre esos problemas de conducta, resulta que estaba mal visto que un niño de 5 años persiga a otro niño por todos lados, simplemente porque sentía que con él ...

Relato del relato de un sueño

Anoche tuve un sueño. En el sueño se sucedía una cadena de situaciones que hoy, despierto, puedo describir como maravillosas. Para afirmar esto debo, primeramente, comentar algunos detalles que contextualicen mi apreciación, pero en este momento me hace frío, voy por un pantalón y vuelvo . Como decía, en el sueño pasaron cosas que me continúan maravillando inclusive ahora que ya no estoy soñando, ahora que parece que estoy despierto, o eso creo, eso digo. Resulta que a mí me gusta escribir, por eso escribo. Aunque el “por eso” no signifique necesariamente que todo lo que hago lo hago porque me gusta, hay cosas que hago porque simplemente las tengo que hacer. Tanto me gusta escribir que estoy constantemente leyendo lo que escribieron otros, la mejor forma de aprender a escribir es leyendo. Tengo también algunos tics nerviosos, vivo conjugando verbos o haciéndome desafíos mentales. Por ejemplo, voy caminando por la calle y si me tropiezo necesito inventar una historia referida ...